"En nuestros miembros hay una inclinación latente hacia el deseo, que es repentina e indomable al mismo tiempo. el deseo se apodera de la carne con poder irresistible, y de inmediato se enciende un juego secreto y ardiente. la carne arde y se inflama. No importa si se trata de lo sexual. en ese momento, Dios se nos vuelve algo totalmente irreal, pierde toda realidad, y solamente el deseo por las criaturas es real; la única realidad es el diablo. satanás no nos llena de odio hacia Dios, si no de olvido hacia Dios...El deseo apasionado que ha surgido sumerge de la mente y a la voluntad del hombre en la más profunda oscuridad. El poder de una clara discriminación y el poder de decisión nos son quitados... es aquí cuando todo lo que hay dentro de nosotros se impacienta en contra de la palabra de Dios."
