Cuando el papa Juan Pablo II visitó Cuba en 1998 una brisa fresca sopló sobre la Iglesia de Cuba y sus feligreses.
Cuatro décadas antes la Revolución cubana había intervenido todos sus centros de enseñanza, obras sociales y deportado a la fuerza sacerdotes, monjas y un obispo.
Ahora el papa levantaría los ánimos con la frase de Cristo que había estremecido a Polonia: ¡No tengais miedo!
Nada esencial consiguió. Cuba no es Polonia y sus líderes otros. Este ni siquiera permitió un modesto espacio radial.
Ahora el cardenal Beniamio Stella, quien fuera Nuncio en Cuba cuando el viaje del papa, vuelve a la isla con la esperanza
de que a partir del momento útil y positivo que ha supuesto su viaje nazcan cosas nuevas para el pueblo cubano.
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