Es difícil hablar sobre los hombres que un día comenzaron a construir sus casas en las márgenes del Capellanía, sin la conciencia exacta de estar creando algo más allá de un hogar. No dejaron sus nombres inscriptos sobre piedra, no escribieron memorias. Hoy mucho del pasado descansa en la leyenda. La fantasía acude a asignarle al topónimo Guanajay el improbable significado de lugar donde hay agua, a adjudicarle a las aguas del Pocito Brito -el primer surtidor del que existe recuerdo- una atracción magnética. No hay fecha fundacional ni acta de cabildo o misa consagratoria. Tampoco se previó iglesia hasta 1688. Desde entonces, sus cambios y remodelaciones mostraron el ascenso económico del pueblo. En un principio, lento; acelerado luego, al compás del cultivo de la caña de azúcar y el café. Favorecido por la cercanía al puerto de Mariel. Si en 1810 Guanajay contaba con más de trescientas casas, muchas de las cuales ya eran de mampostería y tejas; en 1839 el novelista Cirilo Villaverde destacaba la elegancia de sus construcciones y la intensa actividad comercial, dada por el ...número de tiendas de lencería, los almacenes de víveres, las ferreterías, zapaterías, talabarterías, platerías, herrerías, sastrerías, tabaquerías y, sobre todo, las fondas-posada...
Así nos dice Gilda en los principios de este libro. Y cabe preguntarse: vale la pena publicar un libro sobre Guanajay, pueblo ya sin glorias de la antigua provincia de La Habana. Para que sirve la historia local, si ni siquiera la estudian en las escuelas y los propios ciudadanos del pueblo ignoran los acontecimientos de su pueblo natal. El trabajo de Gilda y este libro es una obra minúscula, de gente pequeña sin poder, pero "mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas puede cambiar el mundo".
Eduardo René Casanova Ealo
show more