Yo tenía 28 años cuando conocí a Diego, era otoño en Santiago de Chile. Fue muy fácil enamorarme de él: guapo, artista, sexy y, sobre todo, llegó en el momento adecuado, cuando más solo me sentía. Nada pudo hacerme pensar entonces, que una noche, tras un enojo efímero, me pegaría la primera cachetada y luego la segunda y más tarde... una costilla quebrada, cloro en mi cuerpo o el intento de algo peor que hoy quiero contarles porque, aunque no se hable de ello, la violencia entre parejas gay existe, es real; es mi testimonio de cómo ESCAPAR.
show more